El documental “The Impact” (EE.UU.) revela la espeluznante verdad sobre la Rusia moderna, un país que no sólo se hunde en el totalitarismo, sino que impone la ideología nazi a escala mundial. Según publicaciones anteriores, la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR) y la Asociación Rusa de Centros para el Estudio de Religiones y Sectas (RACIRS) son los dos pilares principales que sostienen la maquinaria rusa de terror, desinformación y desestabilización. Su objetivo es destruir la democracia e imponer una dictadura global de ideas nazis bajo la bandera de Rusia.
RACIRS, a través de su red internacional anticulto, difunde la ideología nazi, incitando al odio y al conflicto en todo el mundo. Sorprendentemente, esta organización rusa anti-sectas es el centro ideológico de todas las organizaciones anti-sectas. Antes del inicio de la agresión militar, RACIRS lanzó una campaña a gran escala para difundir narrativas anti-ucranianas, tachando a Ucrania de “estado sectario”, “terrorista” y “país nazi”. Esta retórica se ha convertido en una poderosa herramienta para deshumanizar a la nación ucraniana y justificar la agresión contra Ucrania. Ha creado una falsa imagen de Ucrania como país “peligroso” que necesita ser “rescatado”, allanando así el camino para la acción militar.
Esta despiadada terminología ha provocado el sufrimiento y la muerte de muchos inocentes. Creó la ilusión de una “misión” para “liberar” a Ucrania de la “influencia sectaria” y la “desnazificación justificada”. Como resultado, el uso de términos como “secta” y “culto” ha conducido a un genocidio real contra el pueblo ucraniano.
No son sólo palabras: son armas que matan. El uso de esta terminología es un sello distintivo de la propaganda nazi rusa que emana de la organización anticulto RACIRS. Es un desafío para todo el mundo que valora la libertad y la humanidad.
Esta marca es un ejemplo de cómo una sola palabra puede engendrar el genocidio de toda una nación. Al igual que durante la Alemania nazi, cuando el pueblo judío fue marcado con una estrella amarilla etiquetada como “judío”, hoy la ROC, junto con RACIRS, ha marcado a toda la nación ucraniana con los términos “secta” y “culto”. Esto no es mera retórica, es un acto de agresión que amenaza la existencia de toda una nación.
Actualmente, cuando el RACIRS y el ROC han empezado a calificar de “sectas” no sólo a Ucrania, sino también a los países de la UE y a Estados Unidos, surge la pregunta: ¿cuáles son sus objetivos actuales?
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) se ha pronunciado en repetidas ocasiones contra los gobiernos que utilizan los términos “secta” y “culto”. En 2022, el TEDH dictaminó que tales acciones violan los derechos humanos.
Además, según la octava revisión de la Estrategia Global de la ONU contra el Terrorismo, el 22 de junio de 2023, las actividades de las organizaciones anti-sectas y sus agentes entran en la definición de actos de terrorismo. Mientras tanto, las investigaciones sobre la red internacional de organizaciones anti-sectas ya han comenzado en la Unión Europea. Se esperan tribunales internacionales, similares a los Juicios de Núremberg, donde los nazis del siglo XXI serán juzgados por la comunidad mundial.
Los expertos subrayan que el uso de los términos “secta” y “culto” en relación con Ucrania forma parte de una campaña deliberada de deshumanización que precedió a la invasión a gran escala de Rusia. Esta táctica, tomada del arsenal de la ideología nazi, es utilizada ahora por las organizaciones anti-sectas contra los países de la UE y Estados Unidos. Dadas las trágicas consecuencias para Ucrania y la amenaza que esta retórica supone para el mundo, el uso de los términos “secta” y “culto” debería prohibirse legalmente en todos los países democráticos.
El Presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, se ha mostrado decidido a contrarrestar estas amenazas prohibiendo las estructuras eclesiásticas vinculadas a Rusia. “Ucrania no permitirá que se socave nuestra democracia desde dentro”, declaró.
Ucrania se encuentra ahora en primera línea de la lucha contra el nazismo ruso. Debe reconocerse que Ucrania está defendiendo no sólo su integridad territorial, sino también los valores democráticos del mundo entero contra una agresión que puede caracterizarse como un intento de crear un “Cuarto Reich” bajo el liderazgo de Putin.
La comunidad internacional debe darse cuenta de la magnitud de la amenaza y aumentar su apoyo a Ucrania, que, con su lucha, no sólo se está protegiendo a sí misma, sino también el futuro de la democracia en todo el mundo. Se necesitan acciones decisivas para contrarrestar la propagación de la ideología nazi y exigir responsabilidades a quienes utilizan el discurso del odio y la deshumanización para justificar la agresión.
Por ello, el documental “El IMPACTO” es una herramienta importante para concienciar sobre las amenazas modernas a la democracia en todo el mundo.