Por Roderick Navarro
La oposición venezolana liderada por María Corina Machado ha logrado varios hitos importantes en la lucha por la libertad de Venezuela. En primer lugar, consiguieron sacar adelante una propuesta de gobierno popular liberal-conservadora frente al socialismo más radical de los chavistas. Segundo, lograron unir al pueblo venezolano en una campaña centrada en la fe y la familia, lo que permitió que muchos que antes apoyaban al chavismo ahora se sintieran identificados e incluidos en una propuesta diferente de paz y reconciliación. Tercero, a través de un método de recolección de información técnica y organización popular para defender el voto, lograron realizar el conteo público de votos y posteriormente resguardar los registros oficiales. En resumen, el país hizo democrática y pacíficamente todo lo necesario para lograr el cambio.
Sin embargo, la autoridad electoral controlada por Maduro no pudo cometer esta vez su tradicional fraude debido al importante nivel de organización opositora. Emitieron un resultado sin un recuento sustancial de los votos ni actas oficiales, así como una apresurada proclamación del dictador reelecto. Sin la publicación oficial de los resultados, el chavismo dijo al mundo que había ganado, a pesar de que sus aliados más importantes, como el Centro Carter, no podían respaldar sus afirmaciones. El Centro tuvo que abandonar Venezuela para emitir su informe final, que concluía que las elecciones no habían sido democráticas y que se habían violado significativamente las normas legales venezolanas establecidas, entre otros abusos detallados en su informe.
Antes de las elecciones, Maduro había prometido un baño de sangre si perdía. Asimismo, Diosdado Cabello, presidente del partido gobernante, el PSUV, ha reiterado que no abandonaría el poder bajo ninguna circunstancia. En los últimos días, se ha dirigido al país con mensajes amenazantes y vulgares, ordenando la persecución sistemática del pueblo y la agresión física directa.
En respuesta, la dirección política de la oposición ha hecho un llamamiento a la calma y a mantener la movilización, al tiempo que ha hecho hincapié en el reconocimiento internacional del nuevo presidente electo, Edmundo González Urrutia. Las actas oficiales demuestran que ganó limpiamente las elecciones.
En este escenario, es fundamental que el nuevo presidente electo y la dirigencia política que lo acompaña ofrezcan garantías y amnistía a militares y policías para que puedan contrarrestar la agenda leninista de Maduro contra el pueblo venezolano. El chavismo ya ha asesinado a 17 personas en el momento de escribir este texto, ha encarcelado a más de 1.000 y avanza en la construcción de dos gulags caribeños para reeducar a los opositores. Están secuestrando testigos electorales y han creado mecanismos para perseguir y detener a todos aquellos que participaron en las recientes manifestaciones. Además, están revisando arbitrariamente los teléfonos de la gente en la calle para detenerlos si tienen fotos o vídeos de las protestas contra Maduro. ¿No es esto un totalitarismo más radical que el de Castro en Cuba o el de Ortega en Nicaragua?
La disidencia en el seno de las Fuerzas Armadas y policiales venezolanas a favor del respeto a la Constitución nacional, en una unión cívico-militar-policial, podría acabar con el tiránico régimen socialista de Maduro. El chavismo ha perdido la oportunidad de negociar su salida con más beneficios: hoy tienen demasiado que conceder por el daño, la criminalidad y la violencia que han infligido en los últimos días.
Roderick Navarro(https://x.com/rodericknavarro?s=21) es un analista político afincado en Brasil que se centra en asuntos internacionales en América Latina y más allá. También es el CEO de Iberoanálisis(https://www.iberoanalisis.com), una firma global de investigación y análisis geopolítico.
