Las recientes protestas en Bangladesh por la reforma de las cuotas en los empleos públicos no son el primer movimiento de este tipo. En 2018, un importante movimiento a favor de la reforma de las cuotas fue llevado a cabo por estudiantes en general, tras lo cual el gobierno de la primera ministra Sheikh Hasina abolió todas las cuotas para empleos de primer y segundo nivel. Sin embargo, siete hijos de luchadores por la libertad presentaron un recurso ante el Tribunal Superior en 2021 impugnando la orden de 2018. Aunque el gobierno se opuso a la petición, el Tribunal Supremo anuló el mes pasado la decisión de 2018, lo que desencadenó las protestas actuales.
El gobierno permitió las protestas pacíficas de los estudiantes y, al mismo tiempo, solicitó la anulación del veredicto del Tribunal Supremo. El gobierno también pidió a los estudiantes manifestantes que esperaran hasta que el Tribunal Supremo emitiera su veredicto, previsto inicialmente para el 7 de agosto de 2024. La razón era que el gobierno no podía actuar en un asunto subjudice. Esencialmente, el gobierno y los estudiantes buscaban el mismo resultado en este asunto: los estudiantes optaban por la vía de las protestas pacíficas y el gobierno por la vía legal.
Entonces, ¿cómo es que este movimiento general pacífico de los estudiantes se volvió violento? Para responder a esta pregunta hay que ponerse un poco en antecedentes. La objeción a las cuotas, especialmente a las cuotas para los luchadores por la libertad, fue planteada por primera vez por Islami Chatro Shibir (el ala estudiantil de Jamaat-E-Islami, una organización islamista condenada por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad) en 2013. Sin embargo, debido a la notoriedad extremista del grupo, la cuestión no obtuvo mucha tracción.
Así, aunque tanto el movimiento de 2018 como el de 2024 estaban protagonizados por estudiantes en general, Shibir, su organización matriz Jamaat y su aliado, el Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP), estaban muy interesados en el resultado de los movimientos. El motivo oculto de la cohorte de utilizar el pretexto de la protesta estudiantil para desatar la violencia quedó patente en las declaraciones públicas de los dirigentes del BNP (Jamuna TV, 17 de julio de 2024) y de su rama estudiantil, Bangladesh Jatiyobadi Chatro Dal (Prothom Alo, 16 de julio de 2024). Recurrieron a la desinformación y la desinformación a través de las redes sociales para abrir una brecha entre el gobierno y los pacíficos manifestantes estudiantiles. Por ejemplo, un comentario inocuo del Primer Ministro sobre los colaboradores de la Guerra de Liberación de 1971 fue tergiversado en las redes sociales para instigar y provocar a los estudiantes que protestaban contra el Primer Ministro.
En consecuencia, empezó a surgir una retórica incendiaria de las protestas, a lo que la Liga de Estudiantes de Bangladesh (BSL), el grupo estudiantil afiliado al partido gobernante, que hasta entonces apoyaba el movimiento de reforma de las cuotas, empezó a reaccionar a esos comentarios que no estaban relacionados con el movimiento. Es difícil decir qué bando tiró la primera piedra, pero pronto estallaron los enfrentamientos. A pesar de los repetidos llamamientos al diálogo por parte del gobierno, las sentadas pacíficas de los manifestantes se transformaron en programas coercitivos, como bloqueos de carreteras. Además, empezaron a producirse enfrentamientos entre los manifestantes y el BSL en varios campus universitarios.
Pronto los enfrentamientos se volvieron violentos y actores políticos no estudiantiles (BNP, Jamaat y sus alas estudiantiles) se infiltraron y se apoderaron por completo del movimiento. En consecuencia, la Primera Ministra se dirigió a la nación instando a la moderación y garantizando una investigación judicial adecuada de los incidentes violentos. También pidió a los estudiantes que tuvieran paciencia hasta conocer el veredicto del Tribunal Supremo y confió en que se les hiciera justicia. Mientras tanto, a petición del gobierno, el Tribunal Supremo adelantó la fecha de la vista del recurso al 21 de julio de 2024.
No obstante, a partir del 18 de julio de 2024, el nivel de violencia se desbordó y se hizo evidente que detrás de la violencia se encontraban terceros actores políticos encubiertos por el movimiento estudiantil. Se atacaron, vandalizaron e incendiaron sistemáticamente propiedades públicas y privadas, incluidas instalaciones públicas populares como el metro, la autopista elevada, establecimientos humanitarios gubernamentales como el centro de gestión de desastres, hospitales e instalaciones clave como la emisora nacional BTV y el centro nacional de datos. En Narsingdi se atacó una prisión y se liberó a militantes religiosos convictos. La magnitud de la destrucción no tiene precedentes.
Los estudiantes manifestantes emitieron múltiples condenas, se distanciaron de los actos violentos y advirtieron a los terceros que no utilizaran su movimiento para sus segundas intenciones políticas. Para salvar vidas y propiedades públicas, el gobierno se vio obligado a imponer el toque de queda y desplegar las fuerzas armadas en ayuda de las autoridades civiles.
El 21 de julio de 2024, el Tribunal Supremo conoció del recurso y anunció su veredicto, anulando la sentencia del Tribunal Supremo. También dio directrices al gobierno para reformar la cuota. Posteriormente, el gobierno emitió la notificación necesaria de acuerdo con las directrices del TS. Los estudiantes manifestantes han acogido con satisfacción la decisión.
Mientras tanto, se han perdido muchas vidas en los disturbios de la semana pasada en Bangladesh (entre ellos, estudiantes inocentes, fuerzas del orden, miembros del partido gobernante, atacantes, transeúntes inocentes, etc.). Hasta ahora, el gobierno ha mostrado su sinceridad a la hora de investigar los incidentes mortales formando una comisión judicial encabezada por un juez en activo del Tribunal Superior. La Primera Ministra también ha asegurado, en su discurso a la nación, que la ley se aplicará estrictamente contra los responsables de los incidentes mortales, independientemente de su política o posición.
Se trata, sin duda, de un momento difícil para Bangladesh. Pero el país resiste. Con la lenta vuelta a la normalidad, es de esperar que el país pueda superar rápidamente este trágico capítulo garantizando la rendición de cuentas y fomentando la curación colectiva.
El autor, Colin Stevens, es editor y redactor jefe de EU Reporter.