¿David Cameron? ¿Se acuerdan de él? La respuesta honesta para muchos de los dirigentes de la UE sería “Cómo podríamos olvidarle; por mucho que lo hayamos intentado”. Sí, el hombre que sometió al Consejo Europeo a un largo periodo en el que parecía pensar que las preocupaciones del Reino Unido eran el único tema que debían considerar ha vuelto. Qué deberían hacer con el nombramiento del ex Primer Ministro como Ministro de Asuntos Exteriores británico, se pregunta el Editor Político Nick Powell.
Sus interminables quejas durante una cena en Bruselas permitieron a David Cameron afirmar que el Consejo Europeo había escuchado las preocupaciones de Gran Bretaña, incluso cuando el resto de los Veintiocho mantenían otros temas en lo alto de su agenda. Él mismo se refirió a las reuniones del Consejo como “otro día en el paraíso”. Un ejemplo, quizá, del famoso sentido del humor británico mientras convertía la hora de la comida en un infierno.
Todo fue en vano, por supuesto. Extrañamente pensó que diciendo a sus votantes que estaba en una lucha constante con esos bestiales continentales persuadiría de algún modo a su electorado para que apoyara la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Había prometido el referéndum cuando estaba firmemente en modo “el partido antes que el país”, un líder conservador que intentaba comprar a la facción antieuropea; no un Primer Ministro que defendiera positivamente la pertenencia británica, ni siquiera con todas esas exclusiones voluntarias y rebajas de las que disfrutaba el Reino Unido.
Como Ministro de Asuntos Exteriores, David Cameron estará al menos formalmente a cargo de la relación del Reino Unido con la Unión Europea, una perspectiva que la Comisión Europea ha acogido oficialmente con satisfacción esta mañana. Aunque quizá “bienvenida” sea un término demasiado fuerte. El Vicepresidente Maroš Šefčovič pareció atenerse a la máxima de que si no se te ocurre nada bueno que decir sobre alguien, no digas nada.
Tuiteó: “Felicito a [el anterior ministro de Asuntos Exteriores] James Cleverly por su nombramiento como ministro del Interior. Le doy las gracias por todo el trabajo bueno y constructivo que hemos realizado juntos con el Marco de Windsor y por volver a encarrilar las relaciones. Estoy deseando continuar este trabajo con David Cameron”.
Todo el positivismo se centró en Cleverly, que bajo la dirección del Primer Ministro Rishi Sunak, ha conseguido al menos empezar a deshacer algunos de los daños que en última instancia se derivan del error de apreciación de David Cameron. El mensaje es que aún queda mucho por reparar y sólo podemos esperar que la ineptitud del nuevo Ministro de Asuntos Exteriores como Primer Ministro no sea una guía de cómo actuará esta vez.
Cameron y Sunak tienen ahora un año antes de unas elecciones que los conservadores van camino de perder. Probablemente intentarán evitar grandes rupturas -o avances- con la UE. Una vez más se trata de la gestión del partido y el nuevo ministro de Exteriores intentará hacer lo que en su día intentó y no consiguió convencer a sus compañeros tories: “Dejar de dar la lata con Europa”.
No cabe duda de que Cameron favorecerá una relación estrecha con Estados Unidos, se centrará en la OTAN como la asociación internacional más importante del Reino Unido y seguirá apoyando a Ucrania. El conflicto entre Israel y Gaza será, por supuesto, una primera prueba, como lo está siendo para cualquiera que aspire a ser considerado un estadista.
Su carrera posterior a la de Primer Ministro como miembro de grupos de presión y pronunciador de discursos plantea algunos interrogantes. Sus ganancias como asesor de Greensill Capital se han estimado en 10 millones de dólares, una cifra empequeñecida por las pérdidas sufridas por el contribuyente británico tras la quiebra de la empresa. Recientemente ha promovido un proyecto para desarrollar el puerto de Colombo en Sri Lanka. Insiste en que ha actuado en nombre de ese país y no de los inversores chinos del proyecto. Se le sigue asociando con una “época dorada” de las relaciones entre el Reino Unido y China, cuando era Primer Ministro.
Pero como todos los nombramientos ministeriales anunciados por Sunak, el inesperado regreso de Cameron al Gobierno forma parte de una campaña electoral que va a durar un año. Traer de vuelta al ex Primer Ministro es una señal de que los conservadores de todas las alas del partido deben unirse detrás de su líder. La causa inmediata de la remodelación fue el despido de Suella Braverman, Ministra del Interior, cuya postura política dejó claro que su atención se centraba en la contienda por el liderazgo del partido que seguiría a la derrota electoral.
Podría verse como una vuelta a la época en que el Partido Conservador estaba dirigido por un “círculo mágico” de “hombres trajeados”. Tras dejar de ser diputado, Cameron ocupará un escaño en la Cámara de los Lores, el primer Ministro de Asuntos Exteriores que lo hace desde que Lord Carrington fuera nombrado por Margaret Thatcher. El último Primer Ministro que sirvió posteriormente a otro fue Sir Alec Douglas-Home, que fue Ministro de Asuntos Exteriores de Edward Heath.
Cameron, Carrington y Douglas-Home estudiaron en Eton, el colegio de pago más elitista de Inglaterra. Pero quizá el verdadero precedente sea el que sentó Edward Heath, de educación más humilde. En 1970, dio un vuelco electoral tan grande que sustituyó una mayoría laborista absoluta en la Cámara de los Comunes por una conservadora.
Es un truco que ningún líder de ninguno de los dos partidos ha conseguido desde entonces en una sola elección, pero Sir Keir Starmer, de los laboristas, sigue en camino de hacerlo el año que viene. Hará falta algo más que el regreso de David Cameron para detenerle.
