“La segunda potencia militar del mundo”, como se denominaba a Rusia antes de que emprendiera la guerra en Ucrania, sufre al parecer una grave escasez de armas letales y no letales, incluidos drones y misiles. En virtud de las sanciones, cuando es imposible obtener componentes de armas y bienes militares de la forma habitual, el agresor se ve obligado a depender de los suministros de países delincuentes y sus cómplices. Uno de los principales cómplices que garantiza el suministro de bienes sancionados a Rusia es Armenia – escribe James Wilson.
La impía alianza entre Rusia, Irán y Armenia surgió a pesar de la orientación hacia los valores occidentales declarada por el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinyan. Los hechos son más elocuentes que las palabras: una serie de hechos fácilmente verificables atestiguan sin ambigüedad que Armenia sirve como un importante centro para el suministro de bienes sancionados (incluidos los militares) que apoyan la agresión rusa en Ucrania y proporciona la conexión directa entre Irán y Rusia.
Irán reconoce la seguridad de Armenia como su máxima prioridad
En un año de guerra en Ucrania, el presidente de Irán ha hecho varias declaraciones destacando la importancia de las relaciones con Armenia y abogando por su intensificación. “Iránconsidera a Armenia un país cercano y amigo“, declaró Raisi el 2 de junio.
“Armenia tiene la intención de desarrollar las relaciones con Irán tanto como sea posible y en todos los ámbitos“, se hizo eco de él el primer ministro armenio, Pashinyan, el 1 de octubre.
“La seguridad de Armenia es la seguridad de Irán”, declaró el ministro de Asuntos Exteriores iraní el 20 de octubre. Al día siguiente, su homólogo armenio subrayó que las relaciones entre ambos países se basaban en “una profunda comprensión de los intereses naturales comunes de los Estados”. El 11 de febrero de este año, el presidente Khachaturyan reiteró: “La República de Armenia está dispuesta a ampliar y profundizar la cooperación mutuamente beneficiosa entre Armenia e Irán para la estabilidad de la región y el beneficio de nuestros pueblos“.
El 30 de octubre, el Ministerio de Defensa armenio reconoció que Irán había entregado drones de ataque, y ese mismo mes los iraníes donaron 600 misiles a los armenios. El 1 de noviembre, Pashinyan fue recibido en Teherán: se firmó un memorando de entendimiento y cooperación en el ámbito energético.
Todo lo anterior confirma que los dos países se consideran aliados estratégicos. Ambos comparten tensiones con un vecino, Azerbaiyán, y dependen de las buenas relaciones con otro, Rusia.
Impulso sin precedentes del volumen de negocios y de los lazos diplomáticos
Resulta simbólico que el volumen de negocios comerciales entre ambos países aumentara bruscamente en el contexto de la guerra de Ucrania: en 2022, las exportaciones de Armenia a Irán ascendieron a 111,2 millones de dólares, un 70% más que el año anterior; las importaciones iraníes a Armenia ascendieron a 599,7 millones de dólares, un 37% más.
Al parecer, una parte importante de este aumento se debe al uso del territorio armenio como punto de transbordo para la transferencia de mercancías sancionadas, armas y aviones no tripulados de Irán a Rusia. La situación geográfica de Armenia, fronteriza con ambos países, garantiza un movimiento prácticamente incontrolado de cargamentos de Irán a Rusia, eludiendo cualquier sanción.
Esto parece especialmente cínico en el contexto en que Armenia acusa a Azerbaiyán de transferir ilegalmente armas a Nagorno-Karabaj a través del corredor de Lachin. Sin embargo, el doble rasero de los dirigentes armenios no sólo se aplica al transporte de armas, sino también a los acontecimientos políticos, lo que dice mucho de sus verdaderos valores.
Una revelación que pasó desapercibida en Occidente atestigua el nivel de apoyo oficial de Ereván al régimen teocrático de Irán: poco después de la brutal represión de las protestas en Irán, una de cuyas principales razones fue la grave discriminación contra las mujeres, la esposa del primer ministro armenio Hakobyan visitó Teherán. Allí, el 18 de enero, participó en el “Primer Congreso Internacional de Mujeres Poderosas” organizado por las autoridades. El 27 de febrero, el ministro de Asuntos Exteriores iraní agradeció su participación en este importante acontecimiento para el régimen.
Resulta igualmente revelador que un mes y medio antes, el 24 de noviembre, se pronunciara en contra de una resolución de una sesión especial del Consejo de Derechos Humanos de la Asamblea General de la ONU, titulada “El deterioro de la situación de los derechos humanos en la República Islámica de Irán”. En ella se señalaba “la necesidad de llevar ante la justicia las violaciones de los derechos humanos”.
Todos estos hechos revelan de forma convincente las verdaderas prioridades de la política exterior de Ereván, mucho más que las anodinas declaraciones de funcionarios individuales sobre su deseo de volver a centrarse en Occidente. Para Armenia, Occidente no es más que un aliado circunstancial, útil cuando se trata de conseguir sus propios objetivos, como el reconocimiento del genocidio armenio o asegurar sus reclamaciones ilegales sobre tierras azerbaiyanas en Nagorno-Karabaj. Sus verdaderos aliados residen en Moscú y Teherán. Los ucranianos deberían saber adónde enviar sus notas de agradecimiento cuando los rusos bombardean sus ciudades o atacan sus infraestructuras con drones iraníes. A Ereván, sin amor.
