Desde hace casi cuatro meses, cuando se desató el infierno en Ucrania, Kiev ha recibido a una oleada de líderes europeos deseosos de mostrar su apoyo, pero aún más interesados en impulsar sus fortunas políticas.
Las crisis externas suelen ofrecer buenas oportunidades para desviar la atención de la política interna y sus males, y la guerra en Ucrania no es una excepción.
Por ejemplo, Ucrania podría haber salvado a Boris Johnson por ahora, ya que la visita sorpresa de la semana pasada y el paseo por Kiev podrían resultar un exitoso bombardeo de relaciones públicas para el asediado primer ministro. El Sr. Johnson ha estado luchando contra la creciente presión en casa para dimitir después de que se descubriera que había asistido a fiestas en 2020 y 2021 a pesar de una prohibición de COVID en todo el país.
Fanático de Churchill y biógrafo, Boris Johnson parece seguir el consejo de su héroe, quien dijo “nunca dejes que una buena crisis se desperdicie” mientras trabajaba para formar las Naciones Unidas después de la Segunda Guerra Mundial.
Un poco menos grandilocuente en sus objetivos, el Sr. Johnson espera poder sacar provecho de la crisis ucraniana y de la visita a Kiev, que podría hacerle parecer más un estadista internacional comprometido con la lucha por la libertad y menos el político empantanado en los no tan halagadores escándalos nacionales.
El Sr. Macron de Francia también ha probado su mano en la crisis de Ucrania como parte de su oferta de reelección. Después de todo, reforzar la imagen de Francia como actor mundial mantiene a la opinión pública contenta al ver que el líder del país asume un papel diplomático de alto nivel.
Macron necesitaba el impulso diplomático para aumentar sus posibilidades de un segundo mandato y demostrar que ningún otro candidato presidencial, salvo él, goza de un perfil internacional. La crisis de Ucrania representa un punto de inflexión en la política francesa, haciendo que la transición a una nueva presidencia y a un presidente en tiempo de guerra que Macron espera sea más propicia para impulsar su popularidad. A principios del mes pasado, la administración presidencial publicó una serie de fotos en las que se veía a un Macron ligeramente sin afeitar, vestido y con una capucha, lo que llevó a muchos a pensar que el jefe de Estado francés está intentando copiar y vestirse como Volodymyr Zelensky.
Más cerca de la línea del frente, los políticos centroeuropeos han liderado el apoyo a Ucrania, manteniendo un frente unido contra la agresión rusa, al tiempo que recibían millones de refugiados, proporcionaban ayuda y enviaban armas a la resistencia ucraniana. Basándose en su propia experiencia con la agresión rusa, los líderes de Europa Central y del Este han sido también, sin duda, la principal voz moral en Europa que ha denunciado los crímenes de Rusia en Ucrania y ha prometido un apoyo casi incondicional a los ucranianos.
Sin embargo, al igual que sus homólogos occidentales, la crisis ucraniana también les ha proporcionado un respiro de sus problemas políticos en casa y la oportunidad de aumentar su popularidad tanto en el interior como en el exterior.
El presidente polaco Duda se ha enfrentado varias veces a Bruselas por su controvertida postura sobre el colectivo LGBT, el aborto, las leyes sobre los medios de comunicación y los cambios constitucionales para ampliar su mandato presidencial. Esto condujo a una ola de protestas masivas en 2020 y 2021 que perjudicó enormemente a Duda y a la popularidad del partido gobernante.
Otro ejemplo de lavado de Ucrania es el del primer ministro eslovaco Eduard Heger. Se espera que su reciente viaje a Ucrania y su oferta de dotar al país de aviones de combate le reporten algunos dividendos en materia de relaciones públicas. Antes de la guerra, la carrera política de Eduard Heger pendía de un hilo después de que las amargas luchas internas le costaran a la coalición gobernante gran parte de su credibilidad. Con la confianza en su gobierno en mínimos históricos, Heger necesita el impulso político que supone esta crisis internacional si espera frenar las facciones enfrentadas dentro de su propio gabinete y llevar a cabo las reformas prometidas pero retrasadas.