El país más poblado de Asia Central, Uzbekistán, se está embarcando en un programa de rápido crecimiento económico. En cierto sentido, el objetivo es transformar la sociedad, pero un aspecto perdurable de la vida uzbeka a lo largo de los siglos es fundamental en la estrategia, escribe el editor político Nick Powell.
No se puede dudar de la ambición. Los objetivos de la estrategia de desarrollo de Uzbekistán para 2022-2026 incluyen el impulso masivo del sector empresarial, con un aumento del volumen de negocio de la bolsa de 200 millones de dólares a 7.000 millones al año. Se espera que la empresa privada aporte el 80% del PIB y el 60% de las exportaciones.
Los ingresos agrícolas se duplicarán y se recibirán nueve millones de turistas extranjeros al año. Samarcanda, en la Ruta de la Seda, merece sin duda una visita y personifica el rico patrimonio de esta orgullosa y antigua nación. En el siglo XV hubo un florecimiento de la ciencia y el arte, de la medicina y la astronomía. Ahora Uzbekistán se propone no sólo celebrar esos logros, sino reproducirlos.
Desde las elecciones del año pasado, el país ha entrado en un periodo de rápidos cambios, con reformas jurídicas y políticas que apuntalarán la estrategia de desarrollo. En una reciente presentación en el Club de Prensa de Bruselas, auspiciada por el embajador de Uzbekistán ante la UE, Dilyor Khakimov, el director ejecutivo del Centro de Estrategia de Desarrollo de Tashkent, Eldor Tulyakov, destacó la importancia de la reforma de la justicia, incluido el fortalecimiento de los derechos de propiedad.
Pero para que las ambiciones del Presidente Shavkat Mirziyoyev se cumplan, las reformas necesitarán el apoyo de la sociedad en general. De una población de más de 30 millones de habitantes, más de un tercio tiene menos de 14 años. Pero los uzbekos son fieles a sus comunidades y tradiciones, tal vez personificadas por las mahallas, instituciones comunitarias que han formado parte de la vida uzbeka desde al menos el siglo XII.
En palabras de Eldor Tulyakav, las mahallas son organismos autónomos, muy independientes de la burocracia estatal. “Los uzbekos, siempre que tienen un problema, siempre que tienen una cuestión, no quieren dirigirla al nivel oficial. La gente acude a su mahalla para resolver un problema”. Explicó que el presidente había señalado la importancia de aumentar el potencial de las mahallas.
El Estado apoyará financieramente a las mahallas, especialmente en sectores clave como el textil y la agricultura.
El Dr. Umid Abidhadjaev, del Ministerio de Desarrollo Económico, dijo al club de prensa que las mahallas permitían un enfoque más granular, centrado en el ámbito local. Citó el despliegue de calderas solares para proporcionar agua caliente en las escuelas como la forma ideal de persuadir primero a los niños y luego a sus padres de los beneficios de esta innovación tecnológica.
Tales beneficios aportan la adhesión popular que requieren los planes gubernamentales ambiciosos. Una estrategia de desarrollo de cinco años puede parecer un enfoque muy vertical, pero en realidad su éxito depende del apoyo de las bases. Son las instituciones uzbekas más tradicionales las que desempeñarán un papel fundamental en la modernización y el progreso económico.