En el Día de la Independencia de Libia, el príncipe heredero Mohammed El Hassan El Rida El Senussi pronunció un discurso que fue tanto una reflexión sobre el pasado de Libia como una visión de su futuro. Hablando con urgencia, el Príncipe Heredero hizo un llamamiento a la nación para que se uniera en torno a su identidad histórica y adoptara el retorno a la monarquía constitucional como única solución sostenible a la fragmentación y la inestabilidad que han asolado el país durante más de una década. Su discurso se produce en un momento de cambios dramáticos en Oriente Medio, lo que subraya su resonancia para Europa y la comunidad internacional en general.
El mensaje del Príncipe Heredero estuvo muy centrado en la historia de su país. Rindió homenaje a los artífices de la independencia de Libia en 1951, cuya unidad superó inmensos desafíos para forjar un Estado soberano. Sin embargo, también advirtió de que este legado de unidad está gravemente amenazado. Años de corrupción, injerencias extranjeras y divisiones internas han hecho que Libia corra el riesgo de desintegrarse. La urgencia de su llamamiento a la acción refleja una fragilidad regional más amplia, ejemplificada recientemente por el colapso del régimen de Assad en Siria, un acontecimiento histórico con implicaciones de gran alcance para la región y el mundo.
La caída de Damasco, el 8 de diciembre de 2024, marcó el fin de los 24 años de gobierno de Bashar al-Assad y de más de seis décadas de autoritarismo baasista. La rapidez y la relativa falta de violencia con la que las fuerzas de la oposición siria desmantelaron el aparato militar de Assad pusieron de manifiesto la fragilidad de los Estados que carecen de identidades unificadoras. Libia también corre el riesgo de sucumbir a fuerzas similares a menos que aborde su fragmentada gobernanza. El discurso del príncipe Mohammed puso de relieve la necesidad crítica de un marco que pueda unir a la nación, un papel que, según él, la monarquía constitucional está en una posición única para desempeñar.
Los paralelismos entre Libia y Siria son sorprendentes. Ambas naciones han sido escenario de injerencias externas y, en el caso de Libia, la implicación de Rusia refleja sus maniobras estratégicas en Siria. Al atrincherarse en Libia tras su salida de Siria, Moscú pretende mantener un punto de apoyo en el Mediterráneo oriental, aprovechando la inestabilidad del país para proyectar poder. En Siria, la intervención de Rusia ha sido fundamental para apuntalar el régimen de Assad desde 2015, aunque su papel marginal durante el colapso del régimen sugiere los límites de su influencia. Libia, sin embargo, sigue siendo un escenario estratégico clave para Moscú, que busca asegurar su acceso al Mediterráneo mientras explota el vacío de poder.
El discurso del príncipe Mohammed también se dirigió directamente a la comunidad internacional, instando a las potencias mundiales a respetar la soberanía de Libia y evitar convertirla en un campo de batalla de agendas contrapuestas. Su petición resuena en medio de las consecuencias más amplias de la caída de Assad, que ha dejado a la región lidiando con las repercusiones de Estados debilitados y alianzas cambiantes. La fragilidad de países como Libia y Siria pone de relieve la urgente necesidad de modelos de gobernanza que puedan resistir las presiones externas y fomentar la cohesión interna.
La propuesta del príncipe heredero de volver a la monarquía constitucional ha ofrecido y sigue ofreciendo un camino pragmático. La Constitución de 1951, que él defiende, proporciona un marco probado para la gobernanza democrática, que garantiza la estabilidad al tiempo que respeta el diverso tejido social de Libia y está arraigado en la historia del país. En su discurso, el Príncipe Mohammed subrayó que este modelo no sólo salvaguarda la unidad de Libia, sino que también capacita a sus ciudadanos para forjar su futuro mediante elecciones justas y transiciones pacíficas de poder.
Sin embargo, los retos de Libia no se limitan a sus fronteras. Europa, al otro lado del Mediterráneo, tiene un gran interés en la estabilidad del país. La actual agitación en Libia ha alimentado las crisis migratorias y ha creado un caldo de cultivo para el extremismo, cuestiones que afectan directamente a la seguridad europea. La visión del príncipe heredero de una Libia estable y soberana es tanto un llamamiento al compromiso europeo como una hoja de ruta para la renovación nacional.
Las lecciones de Siria son claras: sin una identidad unificadora o una estructura de gobierno, los Estados pueden desmoronarse bajo el peso de las presiones internas y externas. La caída del régimen de Assad ha dejado a Siria lidiando con la compleja tarea de reconstruirse tras décadas de régimen autoritario. Libia tiene la oportunidad de evitar ese destino adoptando un modelo de gobernanza arraigado en su identidad histórica.
El discurso del Príncipe Mohammed es un poderoso recordatorio de que las respuestas a la crisis de Libia se encuentran en su propia historia. La restauración de la monarquía constitucional ofrece no sólo un guiño al pasado, sino una solución práctica para el futuro, un marco que puede unir al fracturado sistema político libio, salvaguardar su soberanía y restaurar su lugar en la región y en el mundo. Mientras Oriente Medio navega por la era post-Assad, el camino de Libia hacia el futuro será una prueba crítica de si la unidad y la estabilidad pueden prevalecer en una región marcada por la fragmentación y la agitación.
