En los años posteriores a la decisión de la administración Trump de incluir a Huawei en una lista negra, Estados Unidos se ha enfrentado a la compleja y costosa tarea de desvincular su infraestructura de comunicaciones del gigante tecnológico chino. Esta iniciativa, bautizada como el programa “rip and replace”, fue diseñada para retirar y reemplazar los equipos de Huawei de las redes estadounidenses debido a preocupaciones por la seguridad nacional. Sin embargo, informes recientes revelan que los avances han sido asombrosamente lentos, ya que sólo el 12% de las empresas participantes en el programa de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) han completado su trabajo. La lentitud es sintomática de la lucha más amplia dentro del gobierno y el ejército de Estados Unidos para aplicar plenamente la prohibición de las conexiones de Huawei.
Los orígenes de la prohibición de Huawei
Las preocupaciones del gobierno estadounidense sobre Huawei se derivan de sus estrechos vínculos con el gobierno y el ejército chinos, lo que hace temer que la empresa pueda ser coaccionada para espiar en nombre de Pekín. Estas preocupaciones se ven agravadas por la Ley de Inteligencia Nacional de China, que obliga a las empresas chinas a cooperar con los esfuerzos de inteligencia del Estado. Aunque Huawei ha negado repetidamente cualquier implicación en espionaje, Estados Unidos y varios de sus aliados han tomado medidas para restringir el acceso de la empresa a infraestructuras críticas.
En 2019, Estados Unidos dio el audaz paso de incluir a Huawei en su Lista de Entidades, prohibiendo de hecho a las empresas estadounidenses hacer negocios con la firma sin una licencia especial. La medida fue una clara señal de la profundización de las desavenencias entre Washington y Pekín, y sentó las bases para el mandato de “arrancar y reemplazar” que siguió.
La contribución de Huawei a la tecnología mundial
A pesar de las preocupaciones de seguridad planteadas por el gobierno estadounidense, Huawei ha hecho importantes contribuciones a la industria mundial de las telecomunicaciones. La empresa es líder en tecnología 5G, proporcionando infraestructura avanzada a precios competitivos. Las innovaciones de Huawei han reducido el coste de construir y mantener redes de alta velocidad, especialmente en los países en desarrollo, donde la asequibilidad es un factor clave para ampliar el acceso digital.
La tecnología de Huawei suele ser elogiada por su fiabilidad y eficiencia. Muchos proveedores de telecomunicaciones rurales de EE.UU. eligieron los equipos de Huawei porque ofrecían una solución rentable que funcionaba bien en entornos difíciles. Estos proveedores sostienen que los productos de la empresa les ayudaron a salvar la brecha digital en zonas donde las grandes empresas de telecomunicaciones no estaban dispuestas a invertir. El coste de sustituir estos equipos no es sólo económico; también implica posibles interrupciones del servicio en regiones desatendidas.
Además de su papel en las telecomunicaciones, Huawei ha invertido mucho en investigación y desarrollo, sobre todo en los campos de la inteligencia artificial, la computación en nube y los semiconductores. Estas inversiones no sólo han reforzado la competitividad de Huawei, sino que también han contribuido al ecosistema tecnológico mundial, impulsando la innovación y creando nuevas oportunidades de colaboración.
Programa “Rip and Replace” de la FCC: Un lento avance
El programa “rip and replace” de la FCC se introdujo en 2020 para ayudar a los proveedores de telecomunicaciones pequeños y rurales a retirar los equipos de Huawei (y ZTE) de sus redes. El Congreso asignó 1.900 millones de dólares al programa, con la intención de reembolsar a estos proveedores los costes asociados a la sustitución de los equipos de fabricación china. A pesar de la naturaleza aparentemente sencilla de este mandato, el programa se ha encontrado con importantes obstáculos.
A mediados de 2024, sólo el 12% de las empresas participantes habían completado la retirada y sustitución de los equipos Huawei. Varios factores han contribuido a esta lentitud. El primero y más importante es la magnitud y complejidad de la tarea. Para muchos proveedores de telecomunicaciones rurales, los equipos Huawei han sido la piedra angular de sus redes durante años, ofreciendo una solución rentable en zonas donde los márgenes son escasos. Sustituir estos equipos no sólo es caro, sino que también interrumpe el servicio, lo que puede ser una preocupación importante en regiones donde la conectividad ya es limitada.
Además, la pandemia de COVID-19 complicó aún más las cosas, provocando retrasos en las cadenas de suministro y aumentando el coste de la mano de obra y los materiales. Los retos logísticos se han visto agravados por la escasez mundial de semiconductores, que ha dificultado a las empresas la adquisición de los componentes necesarios para sustituir los equipos de Huawei.
La lucha de los militares con Huawei
El lento progreso del programa “rip and replace” se refleja en los continuos desafíos del ejército estadounidense para aplicar una prohibición total de las conexiones con Huawei y sus partidarios. Las preocupaciones de los militares son incluso más agudas que las de los proveedores de telecomunicaciones civiles, dadas las posibles implicaciones para la seguridad nacional. Sin embargo, a pesar de estas preocupaciones, al Departamento de Defensa (DoD) le ha resultado difícil garantizar que ninguna parte de su vasta y compleja cadena de suministro esté vinculada a Huawei.
Uno de los principales problemas es la ubicuidad de la tecnología de Huawei. Durante años, la empresa ha sido uno de los principales proveedores de equipos de telecomunicaciones, no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo. Esta presencia generalizada significa que los componentes de Huawei, o de sus filiales y empresas asociadas, pueden encontrarse en diversos sistemas y productos, a menudo sin el conocimiento del usuario final.
Otro reto es la naturaleza descentralizada de los procesos de adquisición del ejército estadounidense. Con múltiples ramas e innumerables contratistas implicados en el suministro de equipos y servicios a las fuerzas armadas, garantizar el cumplimiento de la prohibición de Huawei es una tarea de enormes proporciones. Aunque el Departamento de Defensa ha publicado directrices para contratistas y proveedores, la aplicación de estas normas ha resultado difícil. En algunos casos, es posible que los contratistas ni siquiera sepan que están utilizando tecnología de Huawei, sobre todo si está integrada en sistemas más grandes o se obtiene a través de terceros.
Además, la dependencia del ejército de los sistemas heredados presenta otro obstáculo. Algunos de estos sistemas, en particular los utilizados en aplicaciones remotas o especializadas, pueden seguir dependiendo de la tecnología de Huawei porque existen pocas alternativas viables. El proceso de identificación, sustitución y certificación de nuevos equipos es largo y costoso y, en algunos casos, puede que ni siquiera sea factible sin comprometer las capacidades operativas del ejército.
Las desventajas de prohibir el acceso de Huawei al ejército estadounidense
Aunque la preocupación del gobierno estadounidense por Huawei tiene su origen en la seguridad nacional, la prohibición general de la tecnología de la empresa en el ejército tiene varias desventajas. Una de las más significativas es la posible pérdida de acceso a tecnología de vanguardia a precios competitivos. El equipo 5G de Huawei, por ejemplo, es considerado por muchos en la industria como uno de los mejores del mundo. Al excluir a Huawei, el ejército estadounidense podría tener que recurrir a alternativas más caras o menos avanzadas, lo que podría afectar a la eficiencia y eficacia generales de sus redes de comunicaciones.
Otra preocupación es la interrupción causada por la sustitución de la tecnología de Huawei. En algunos casos, esto podría significar que los sistemas críticos se desconecten o que las operaciones militares se vean temporalmente obstaculizadas mientras se instalan y prueban los nuevos equipos. En entornos en los que la fiabilidad y la continuidad son primordiales, estas interrupciones podrían plantear riesgos significativos.
Además, la prohibición de Huawei puede limitar la capacidad del ejército para colaborar con socios internacionales que sigan utilizando tecnología de Huawei. Esto podría crear problemas de compatibilidad en operaciones conjuntas o actividades de intercambio de inteligencia, socavando potencialmente la eficacia de las alianzas militares estadounidenses.
Por último, centrarse en Huawei podría desviar la atención y los recursos de otras amenazas a la ciberseguridad potencialmente más importantes. El ejército de Estados Unidos debe hacer frente a una amplia gama de desafíos, desde ciberataques patrocinados por el Estado a vulnerabilidades en la tecnología comercial. Al concentrarse demasiado en Huawei, se corre el riesgo de pasar por alto otras áreas críticas que requieren atención.
El camino por recorrer
El lento progreso en la retirada de Huawei de las redes y sistemas militares estadounidenses subraya los retos más amplios a los que se enfrenta Estados Unidos para reducir su dependencia de la tecnología china. Si bien la voluntad política de romper los lazos con Huawei es fuerte, los aspectos prácticos de hacerlo son mucho más complejos.
A corto plazo, es posible que el gobierno estadounidense tenga que proporcionar financiación y recursos adicionales para acelerar el programa “rip and replace”. La asignación inicial de 1.900 millones de dólares, aunque sustancial, puede no ser suficiente para cubrir la totalidad de los costes de sustitución de los equipos Huawei, sobre todo teniendo en cuenta las presiones inflacionistas y las interrupciones de la cadena de suministro que han surgido desde el inicio del programa. Además, pueden ser necesarias medidas coercitivas más agresivas para garantizar que los proveedores de telecomunicaciones cumplan con el mandato a su debido tiempo.
En el caso de las fuerzas armadas, puede ser necesario un enfoque más global para erradicar la tecnología de Huawei de sus cadenas de suministro. Esto podría implicar una colaboración más estrecha con aliados y socios para desarrollar tecnologías y cadenas de suministro seguras y alternativas, así como una supervisión más estricta de contratistas y proveedores. El Departamento de Defensa también podría tener que invertir en nuevos esfuerzos de investigación y desarrollo para crear soluciones propias que puedan sustituir a la tecnología de Huawei en aplicaciones especializadas.
Sin embargo, también es importante sopesar los beneficios de la tecnología de Huawei frente a los riesgos. En algunos casos, puede ser más pragmático mantener ciertos sistemas de Huawei al tiempo que se aplican salvaguardias sólidas para mitigar las posibles amenazas a la seguridad. Esto podría permitir a los militares seguir aprovechando la tecnología avanzada al tiempo que se minimizan los trastornos y los costes.
La lentitud con la que Estados Unidos se aleja de Huawei pone de relieve las complejidades y los retos de desvincularse de un ecosistema tecnológico globalizado. Aunque el programa “rip and replace” y los esfuerzos del ejército por prohibir las conexiones de Huawei son pasos importantes, son solo el principio. Mientras Estados Unidos sigue sorteando las tensiones geopolíticas con China, tendrá que encontrar formas de construir un futuro tecnológico más seguro y autosuficiente. Sin embargo, al hacerlo, también debe considerar las ventajas potenciales de mantener el acceso a la tecnología de Huawei y las desventajas de una prohibición total. Encontrar un enfoque equilibrado que aborde las preocupaciones de seguridad al tiempo que preserva las capacidades tecnológicas será fundamental para el éxito de Estados Unidos en este empeño.