La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 24 de enero Día Internacional de la Educación en diciembre de 2018.
Este día es una celebración de la educación y un momento para ponderar su importancia mundial, que abarca desde los derechos de la mujer, la productividad económica y las oportunidades sociales hasta los campos de la ciencia y la innovación.
El Día de la Educación promueve que la responsabilidad de proporcionar una educación de calidad va más allá de las instituciones educativas; es una obligación colectiva. El acceso a la educación tiene el poder de erradicar la pobreza y sentar las bases de un futuro brillante.
Cuando en Occidente reflexionamos sobre la importancia de la educación, donde se proporciona un nivel razonable de educación para todos, tendemos a centrarnos más en las oportunidades sociales y económicas que la educación puede desbloquear.
Sociólogos y economistas son cada vez más conscientes de la diferencia de rendimiento entre los estudiantes, que en muchos países parece estar aumentando. Durante el curso Covid-19, esta diferencia de rendimiento aumentó significativamente, y los que procedían de entornos desfavorecidos se quedaron hasta 9 meses por detrás de los que no tenían problemas en casa.
Intuitivamente, la escuela une a los niños y puede compensar las distracciones y dificultades en casa creando un entorno de aprendizaje seguro. Sin embargo, los investigadores se centran ahora en los efectos secundarios que se producen en casa y que hacen que algunos alumnos desfavorecidos tengan problemas de concentración y se queden rezagados con respecto a sus compañeros.
Esta investigación demuestra que es crucial tener en cuenta el papel de la concentración en el aprendizaje, una cuestión clave que, si resolvemos, podremos liberar el enorme potencial de algunos de los jóvenes más desfavorecidos de nuestros países.
Se ha demostrado que la actividad física tiene numerosos beneficios para la función cognitiva. El ejercicio afecta al cerebro en múltiples frentes. Aumenta el ritmo cardíaco, lo que bombea más oxígeno al cerebro. También favorece la liberación de una plétora de hormonas, que contribuyen a crear un entorno propicio para el crecimiento de las células cerebrales.
El ejercicio estimula la plasticidad del cerebro estimulando el crecimiento de nuevas conexiones entre las células en una amplia gama de importantes áreas corticales del cerebro. Una investigación de la UCLA demostró incluso que el ejercicio aumentaba los factores de crecimiento en el cerebro, facilitando el crecimiento de nuevas conexiones neuronales.
Desde el punto de vista del comportamiento, los mismos efectos antidepresivos asociados al “subidón del corredor” que se observan en los seres humanos están relacionados con un descenso de las hormonas del estrés. Un estudio de Estocolmo demostró que el efecto antidepresivo de correr también estaba asociado a un mayor crecimiento celular en el hipocampo, una zona del cerebro responsable del aprendizaje y la memoria.
Por desgracia, los alumnos desfavorecidos suelen ser los que menos pueden participar en actividades extraescolares, debido a los costes de entrenamiento, equipamiento o instalaciones. En el caso de los estudiantes de más edad, la necesidad de trabajar puede quitarles el tiempo que hubieran podido dedicar al deporte.
Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia de una dieta equilibrada cuando se habla de concentración y rendimiento académico. Una buena nutrición no sólo es vital para la salud física, sino que también desempeña un papel significativo en la función cognitiva. Consumir una variedad de alimentos ricos en nutrientes proporciona al cerebro las vitaminas y minerales necesarios para funcionar de forma óptima.
Por ejemplo, se sabe que los alimentos ricos en ácidos grasos omega-3, como el pescado y los frutos secos, mejoran la memoria y las capacidades cognitivas. Del mismo modo, los hidratos de carbono complejos que se encuentran en los cereales integrales proporcionan un suministro constante de energía, ayudando a mantener los niveles de concentración a lo largo del día. En cambio, una dieta rica en alimentos procesados y azúcar puede provocar fluctuaciones en los niveles de energía, lo que afecta a la concentración y la productividad.
El problema para padres y gobiernos es que los alimentos ultraprocesados suelen ser los más baratos y los que requieren menos preparación. Esto significa que precisamente los estudiantes que más se beneficiarían de una alimentación nutritiva son los que menos probabilidades tienen de consumirla. Para romper este círculo vicioso es necesario un debate más amplio y, en última instancia, una iniciativa gubernamental. Es difícil que los padres con dificultades realicen este cambio por sí solos.
El chicle es un buen ejemplo de una ayuda a la concentración más modesta pero accesible. Un estudio publicado en el British Journal of Psychology descubrió que los participantes que mascaban chicle durante tareas de memoria obtenían resultados significativamente mejores que los que no lo hacían.
Se cree que mascar chicle aumenta el flujo sanguíneo al cerebro, mejorando así funciones cognitivas como la memoria y la concentración. El acto de mascar chicle también reduce el estrés y la ansiedad, lo que puede mejorar aún más la concentración y la atención en el aula, algo especialmente importante para los estudiantes que pueden tener problemas y dificultades en casa. Los estudios han demostrado además que puede aumentar las calificaciones en los exámenes.
Así pues, mientras nos esforzamos por garantizar el acceso a la educación para todos, es igualmente importante explorar formas de maximizar la experiencia de aprendizaje para los estudiantes que ya están en la escuela. Comprender tanto las técnicas sencillas como el potencial de las intervenciones y reformas radicales es clave para que el Día de la Educación sirva para la escolarización moderna en Occidente.