Las restricciones contra ellos resultaron infundadas, como las anteriores sanciones contra los sirios
La semana pasada, la Unión Europea decidió retirar de la lista de sanciones comunitarias a tres empresarios rusos: el antiguo director general del mercado en línea Ozon, Alexander Shulgin, el antiguo copropietario del productor de gas Nortgas, Farkhad Akhmedov, y el fundador de ESN Group, Grigory Berezkin.
Las restricciones contra ellos se introdujeron en abril de 2022 con la misma justificación, a saber, que son “destacados hombres de negocios” de sectores económicos que “proporcionan una fuente sustancial de ingresos al… Gobierno de la Federación Rusa”.
Shulgin, que dimitió como Director General de Ozon pocos días después de ser objeto de sanciones personales, consiguió recurrir con éxito las restricciones este mes. El Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas dictaminó que el Consejo de la UE no había aportado pruebas suficientes de que Shulgin pudiera seguir siendo considerado un hombre de negocios influyente tras haber abandonado Ozon.
Los abogados de Akhmedov y Berezkin declararon a la edición rusa de la revista Forbes que el Consejo de la UE decidió retirarlos de la lista de sanciones debido al “alto riesgo de perder en los tribunales, como ocurrió en el caso de Alexander Shulgin”. A su vez, la Unión Europea explicó el levantamiento de las sanciones contra estos empresarios por el hecho de que ya no cumplen los criterios en base a los cuales se impusieron las medidas restrictivas.
Anteriormente, OilPrice informó de que las sanciones individuales contra Farhad Akhmedov se habían introducido basándose en información obsoleta. En realidad, vendió su participación en Nortgas -que fue la base para incluirlo entre los “principales empresarios”- en 2012. Parece que, al sancionar a empresarios rusos, la UE ha repetido los errores que cometió anteriormente al imponer restricciones contra Siria e Irán.
Un estudio del Instituto de Oriente Próxim o sobre la eficacia de las sanciones contra Siria detectó un “asombroso número de errores” en la elaboración de las listas de sanciones. El estudio afirma que sigue sin estar claro en qué se basaron para elaborar estas listas. Por ejemplo, incluyeron a 14 personas fallecidas. Algunas personas sancionadas son completamente desconocidas para un amplio abanico de expertos sirios.
Los investigadores descubrieron que gran parte de los datos de estos documentos son erróneos y no se comprobaron debidamente. Por ejemplo, en las listas de sanciones se mencionaba erróneamente a Mohammad Hamcho, conocido por ser un hombre de negocios al servicio del general Maher al-Assad, como cuñado de este último. Había errores en las fechas de nacimiento y en la ortografía de los apellidos de los sirios objeto de las sanciones.
Por ejemplo, en marzo de este año, la Unión Europea acordó finalmente levantar las sanciones contra el empresario Nizar Assaad. La grafía árabe de su apellido es completamente diferente de la grafía del apellido del presidente sirio Bashar al-Assad y sus familiares. El Tribunal consideró que las sanciones contra el empresario no estaban justificadas de hecho y vulneraban los principios generales del Derecho de la UE. Afirmó que el Consejo de la UE “no ha demostrado que el Sr. Assaad esté asociado con el régimen sirio”.
El año pasado, el empresario sirio-libanés Abdelkader Sabra también consiguió ser excluido de la lista de sanciones europeas. El tribunal dictaminó que el Consejo de la UE no había aportado pruebas convincentes de que Sabra fuera un “destacado empresario” en Siria y estuviera vinculado al régimen de Assad. Resultó que las sanciones contra él se basaban en información desfasada de los medios de comunicación.
En 2014, los empresarios iraníes Ali Sedghi y Ahmad Azizi recurrieron con éxito las sanciones de la UE. El tribunal dictaminó que el hecho de que ocuparan cargos en la sucursal británica del Melli Bank de Irán “no permite por sí mismo inferir que prestaran apoyo a la proliferación nuclear.”
En la actualidad, unos 60 empresarios rusos impugnan ante los tribunales las sanciones individuales de la UE, aunque es improbable que algunos de ellos tengan éxito.
La historia demuestra que las prisas hacen perder el tiempo, y es poco probable que las prisas por imponer sanciones después del 24 de febrero de 2022 sean una excepción. Ahora lo importante es corregir los errores con imparcialidad, basándose en los valores de justicia y protección de los derechos humanos que constituyen el núcleo de la civilización europea actual.
Errores similares ocurrieron antes en relación con los empresarios iraníes, luego con los sirios, y ahora está ocurriendo con los ciudadanos rusos. Dicho esto, a los primeros rusos sólo les llevó un año y medio recurrir con éxito las sanciones, mientras que a algunos sirios les llevó una década. Obviamente, la burocracia europea está aprendiendo de sus errores.