Las consultas con resultados predeterminados son invariablemente una idea terrible. Se utilizan para justificar medidas que las autoridades ya han decidido tomar. Debería ser obvio que cuando la Comisión Europea consulta a las partes interesadas y al público en general no debería haber ningún atisbo de parcialidad en favor de querer escuchar únicamente la opinión “correcta”. Sin embargo, la reciente consulta de la Comisión sobre el control del tabaco sugiere que cree conocer ya la respuesta “correcta” a una cuestión crucial, escribe el redactor político Nick Powell.
La consulta de tres meses de la Comisión Europea sobre la evaluación del marco legislativo del control del tabaco se cerró en mayo y se espera su resultado. Lo que se ha convertido en la cuestión clave para desincentivar el consumo de cigarrillos es el papel de los productos del tabaco alternativos a la hora de conseguir que los fumadores abandonen los cigarrillos. Pero es difícil no temer que una consulta supuestamente en profundidad ofrezca una respuesta superficial que confunda el hábito de fumar con el consumo de tabaco en todas sus formas.
Para ser justos, la consulta reconoce la necesidad de garantizar que la labor política se lleve a cabo de forma abierta y transparente, se base en las mejores pruebas disponibles y cuente con el respaldo de una amplia participación de las partes interesadas. Reconoce que había posibles lagunas de conocimiento por identificar y que se necesitaban más pruebas, respaldadas por mejores datos.
Hasta aquí, todo bien. Pero sólo una pregunta, en uno de los cinco cuestionarios, planteaba si los encuestados veían una contribución potencialmente positiva de los productos novedosos y emergentes al control del tabaco. Todas las demás preguntas sobre estos productos se centraban exclusivamente en sus riesgos para la salud, ignorando cómo los vapes y los nuevos productos del tabaco son una alternativa mucho más segura que fumar cigarrillos.
En ocasiones, la Comisión parece conformarse con dejar que una agencia de la ONU, la Organización Mundial de la Salud, marque la agenda en este ámbito. Al parecer, incumplió sus propios procedimientos al no consultar a los Estados miembros antes de representar a la Unión Europea en un grupo de trabajo con la OMS para endurecer las normas sobre publicidad y patrocinio del tabaco.
Por supuesto, esta actividad comercial ya está muy regulada, a menudo hasta el punto de prohibirse. Sin embargo, el grupo de trabajo desearía ampliar las normas hasta el punto de que podrían abarcar las publicaciones de particulares en las redes sociales, la divulgación de los resultados de investigaciones en revistas científicas y las conversaciones de las empresas sobre sus productos en sitios web de contratación de empleados o en comunicaciones con inversores y otras partes interesadas.
No obstante, si la Comisión se centra únicamente en alcanzar una posición restrictiva que pueda resultar suficientemente popular en el Consejo Europeo y el Parlamento, podría estar en el buen camino. La Primera Ministra francesa, Elisabeth Borne, anunció recientemente que su país se convertirá en el último Estado miembro de la UE en prohibir los cigarrillos electrónicos desechables, siguiendo el ejemplo de otros como Alemania, Bélgica e Irlanda.
La Primera Ministra Borne citó la necesidad de impedir que los productos lleguen a manos de los niños, sin abordar su importancia para los fumadores adultos de larga duración que intentan dejar el cigarrillo. Francia sigue teniendo un número relativamente elevado de fumadores de cigarrillos en comparación con otros países europeos. El intento de atajar el problema mediante un aumento de los impuestos ha provocado la inundación del mercado de cigarrillos de contrabando y otros de distribución ilícita.
En el Parlamento Europeo, la subcomisión de Salud Pública, conocida como SANT, está estudiando un proyecto de informe sobre enfermedades no transmisibles. Incluye una sección sobre el tabaco y el papel de los productos de nicotina más seguros, como los vaporizadores. Las definiciones que utiliza han alarmado a la organización europea de defensa de los consumidores ETHRA (European Tobacco Harm Reduction Advocates).
ETHRA reúne a organizaciones nacionales de consumidores, expertos en salud pública y socios científicos. Ha escrito a los miembros del Comité SANT exponiendo sus preocupaciones. La organización de consumidores afirma que representa a 27 millones de consumidores de la UE de productos de nicotina más seguros, incluidos vaporizadores, bolsas de nicotina, snus y productos de tabaco calentado.
Según la carta, a ETHRA le preocupa que en el proyecto de informe se identifique el “consumo de tabaco”, y no el tabaquismo, como factor de riesgo de enfermedades no transmisibles. “De hecho, es la inhalación de los subproductos tóxicos de la combustión lo que causa los daños del tabaquismo… no simplemente el consumo de tabaco”, continúa la carta. “La claridad y la precisión son vitales cuando se trata de una política eficaz”.
ETHRA señala que animar a los fumadores a pasar a un producto de nicotina más seguro y no combustible puede ser una forma eficaz de reducir el consumo de tabaco. Acoge con satisfacción la sección del informe que pide un seguimiento de las evaluaciones científicas de los riesgos para la salud relacionados con los cigarrillos electrónicos, los productos del tabaco calentado y los nuevos productos del tabaco.
Una de las principales preocupaciones es la sugerencia del proyecto de informe de que los riesgos de consumir estos productos deben compararse con los de consumir otros productos del tabaco. Los productos de nicotina más seguros son sustitutos del tabaco combustible, por lo que las evaluaciones de riesgos deberían comparar su uso con el tabaquismo, no con el consumo de otros productos del tabaco.
ETHRA sostiene que estas cuestiones afectan a los principios básicos de proporcionalidad y no discriminación en la regulación del mercado interior de la UE. En su carta afirma: “Creemos que la aplicación rigurosa de estos principios fundamentales cambiaría el enfoque actual de los productos de nicotina más seguros. Estos principios justifican una regulación proporcional al riesgo, con una distinción crítica entre productos combustibles (nocivos) y no combustibles (mucho menos nocivos).
Los productos de nicotina más seguros son un medio popular y eficaz para dejar de fumar, pero existe un peligro muy real de que la trayectoria actual de la elaboración de políticas en la Comisión, el Parlamento y los Estados miembros conduzca a graves consecuencias no deseadas. Una regulación restrictiva conducirá casi inevitablemente al desarrollo de un mercado negro, fuera del alcance de las salvaguardas de la salud pública. Y lo que es más grave, podría hacer que más ciudadanos europeos siguieran fumando cigarrillos y muriendo por ello.
