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Puede que Malta haya engañado a la ONU, pero su atroz historial en materia de derechos humanos habla por sí solo.

Obtener un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU debería ser un gran honor político, que demuestre el compromiso de una nación con la paz y la seguridad mundiales. Los miembros del CSNU deberían servir de modelo a la comunidad internacional y utilizar su influencia para promover valores de progreso y cooperación. Desgraciadamente, las recientes elecciones al Consejo de Seguridad han demostrado que este órgano intergubernamental, antaño respetado, es una farsa con la cuestionable incorporación de Malta al grupo consultivo.

Durante su campaña para obtener un puesto en el CSNU, el ministro de Asuntos Exteriores de Malta, Ian Borg, destacó continuamente el interés de Malta por los derechos humanos. Prometió explícitamente “promover el fortalecimiento de los derechos humanos, pero un rápido rasguño bajo la superficie de esta declaración revela una postura moral bastante vacía. En realidad, el historial de Malta en materia de derechos humanos es espantoso y la nación insular debe mirarse al espejo.

Una de las violaciones más frecuentes de los derechos humanos en Malta es el trato inmoral a los refugiados. Se ha revelado que Malta rechaza el 76% de sus solicitantes de asilo examinados, una estadística que ha aumentado desde el 10% de hace cinco años. Sin embargo, rechazar a los necesitados es el menor de los problemas de Malta. En concreto, las autoridades maltesas son culpables de permitir que los migrantes se ahoguen, de ignorar las llamadas de socorro, de negar el desembarco de las personas rescatadas, de detener ilegalmente a los refugiados a bordo de embarcaciones privadas y de colaborar de forma encubierta con el gobierno libio para devolver a los migrantes rescatados a Libia, donde se enfrentan a duros internamientos y abusos. Malta está violando claramente los derechos de los refugiados y su abominable actividad merece una mayor publicidad y una condena mundial. Sin embargo, la responsabilidad no se limita al tratamiento de los refugiados.

Malta también tiene un mal historial en cuanto a la salud de las mujeres. Al ser el único país de la UE que penaliza el aborto independientemente de las circunstancias, Malta ha creado un entorno en el que las mujeres suelen ser avergonzadas y maltratadas por tener opiniones favorables al aborto. Incluso en casos de violación e incesto, o cuando el embarazo supone un riesgo para la salud de la madre o el feto, el embarazo debe continuar. En palabras de una maltesa anónima: “El gobierno está exportando un problema… Siempre dice que somos el número 1 en derechos humanos, pero no lo somos en absoluto. ¿Cómo podemos serlo si las mujeres son tratadas como incubadoras andantes?” Es difícil creer que un país que se enorgullece de su reputación ejemplar cuando se trata de los derechos LGBT parezca tener poca consideración por los derechos de las mujeres.

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El asesinato de Daphne Caruana Galizia, patrocinado por el gobierno en 2017, es una mancha más en el historial de derechos humanos del país y aún perdura en el discurso popular de Malta hasta el día de hoy, en parte debido a la lucha continua por la justicia. La libertad de los periodistas es una virtud y debería ser un pilar de la democracia moderna, pero el Primer Ministro de Malta parece despreciar a los periodistas. La investigación sobre la muerte de Daphne recomendó toda una serie de reformas para reforzarla, pero el gobierno maltés se ha resistido a un cambio radical. Durante la campaña electoral, Abela publicó un anuncio de ataque en el que aparecía el destacado periodista maltés Manuel Delia. Esto provocó una condena generalizada en Malta debido a las comparaciones entre ese anuncio de ataque y uno en el que aparecía Daphne Caruana Galizia antes de su asesinato. Esto se citó para convertirla en un objetivo. Esta persecución no es nada extraña para Delia, que se vio obligada a huir de Malta en septiembre de 2021 debido a las amenazas y a las críticas del canal de televisión del gobernante Partido Laborista. Este desprecio por la seguridad de los periodistas es una acusación condenatoria de la salud de la democracia en Malta.

Tras ser nombrada miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, Malta afirma que trabajará para reforzar los derechos humanos. Pues bien, sería mejor que la élite gobernante del país se centrara en la reforma interna antes de intentar promulgar un cambio efectivo en la escena mundial. Los nuevos miembros del Consejo de Seguridad de la ONU tienen un papel importante a la hora de pedir cuentas a los miembros permanentes, como China y Rusia, pero la apatía de Malta hacia los derechos de las mujeres, los inmigrantes y los periodistas hace que sus críticas no tengan mucho peso.

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