Rusia está más cerca de Europa que de China en todos los sentidos imaginables, pero no por mucho tiempo. La gente tiene el mismo aspecto. Comparten las mismas creencias religiosas y fiestas cristianas. Sus economías -hasta hace poco- estaban bastante bien integradas. Sobre todo en lo que respecta a la energía. Pero la guerra en Ucrania cambió todo eso – escribe Kenneth Rapoza en Forbes.Com
Y ahora la cancelación de Rusia es lo nuevo para los euros. Rusia se ve obligada a recurrir aún más a China, posiblemente el mayor rival político de Occidente y seguramente el mayor rival geopolítico de Estados Unidos.
Rusia está siendo cercada. Es el país más sancionado del mundo después de Irán por sus acciones en Ucrania. Salvo la destrucción de Alemania y su partido gobernante, las potencias aliadas nunca trataron tan mal a un país.
Esto es una guerra económica, ¿o qué otra cosa es? Las sanciones no han detenido la guerra de Rusia en Ucrania. Las sanciones individuales se han llevado yates y han congelado cuentas bancarias. ¿Es cierto que todo ese dinero procedía de ganancias mal habidas, como dijo el presidente Biden en el discurso sobre el estado de la Unión de este año?
En comparación, estos ni siquiera son algunos de los 50 más ricos del planeta. Imagínese que Rusia le quita el yate a Jeff Bezos y lo achaca a la evasión de impuestos. (Por supuesto, no puede hacerlo porque Bezos no tiene millones en cuentas bancarias en rublos, pero divago).
La cuestión es que Occidente está señalando a Rusia que ha terminado con ellos. ¿De qué otra manera la comunidad empresarial -y la sociedad rusa en su conjunto- puede ver esto?
Por otra parte, a menudo recibo mensajes de personas que conozco en Moscú desde hace 12 años y que se preguntan si ahora les odio.
Putin no estará para siempre. Los líderes empresariales rusos de 40 y 50 años y sus familias y amigos estarán por aquí un tiempo más. ¿Se perdonará todo?
Durante el fin de semana, el Financial Times entrevistó al ex director general de Lukoil, Vagit Alekperov, donde dijo que las guerras pueden terminar bastante rápido, pero “la configuración energética del mundo ha sido establecida por décadas de inversión y trabajo duro de muchas generaciones de profesionales. No hay necesidad de socavarla o destruirla”.
Europa, en particular, corre el riesgo de culpar a los empresarios rusos de tendencia occidental -como el antiguo propietario del club de fútbol Chelsea, Roman Abramovich- de la operación militar de Rusia.
A medida que la UE, el Reino Unido y sus aliados se apresuran a encontrar nuevos rusos que añadir a su lista de sanciones, recurren cada vez más a los directivos de empresas privadas rusas con estrechos vínculos con Occidente, como si pudieran convencer de alguna manera al partido gobernante Rusia Unida, y al estamento militar ruso, de que se retiren. Rusia consideraría a esas personas como herramientas de un Estado extranjero y haría caso omiso de sus preocupaciones.
Muchas de las personas que figuran en las anteriores rondas de sanciones se formaron en el extranjero y aportaron a sus empresas valores occidentales como la querida tesis de la inversión ESG y la cooperación internacional. Oleg Deripaska trató de tomar esa ruta inspirada en Davos y ha sido sancionado desde 2018, a pesar de estar de acuerdo con las opiniones del establishment europeo sobre la responsabilidad social corporativa y el medio ambiente. En marzo, Deripaska perdió una batalla judicial para levantar las sanciones contra él.
A medida que se añaden más tipos de Deripaska, incluidos los que Wall Street conocía y le gustaban -como Herman Gref, director general del banco estatal Sberbank-, Europa puede descubrir pronto que ha quemado todos los puentes que le quedaban con la comunidad empresarial rusa. La venganza es un plato que se sirve frío, como dice el refrán.
