Todos están vinculados por un “pacto anticorrupción”. El nuevo gobierno búlgaro, aprobado por el parlamento el lunes 13 de diciembre, ha optado por hacer de la lucha contra la corrupción, verdadera plaga nacional, la punta de lanza de su política. Una estrategia que despierta muchas expectativas entre los búlgaros, agotados por doce años del “sistema Borissov”, llamado así por el ex primer ministro en funciones entre 2009 y 2021. Desde la libertad de prensa hasta la erradicación de la corrupción, el nuevo gobierno inicia sus funciones en un campo minado.
Bulgaria, farolillo rojo europeo de las libertades y campeón de la corrupción
Bulgaria y Rumanía se disputan el poco envidiable título de última rueda del vagón de una Unión Europea a la que se adhirieron el 1 de enerode 2007. En 2020, sin embargo, Bulgaria sigue siendo el último país de la Unión Europea en términos de PIB per cápita. La clasificación del país en el ámbito de las libertades individuales tampoco es brillante. Con una puntuación de 35,11 en 2019 en materia de libertad de prensa, ocupa el lugar de farolillo rojo europeo, por detrás de Hungría, cuya deriva autocrática es sin embargo denunciada regularmente en Bruselas. En cuanto a la percepción de la corrupción, Bulgaria se sitúa en niveles comparables a los de Túnez o Sudáfrica, muy lejos de los estándares europeos. Un verdadero desaire para un país del bloque del Este, que sin embargo inició su liberalización económica en los años 90, sin conseguir sin embargo, en el ámbito de las libertades políticas, borrar completamente las herencias del pasado.
Fue en el verano de 2020 cuando el sistema de Borissov comenzó a derrumbarse. En marzo de 2019, aparecieron las primeras grietas, tras las revelaciones de corrupción que afectaban a varias personalidades del GERB, el partido del Primer Ministro, y del gobierno, incluidos los ministros de Deportes, Energía, Cultura y, sobre todo, de Justicia. En el verano de 2020, estallaron grandes manifestaciones en las principales ciudades del país, especialmente en Sofía, para exigir la dimisión de un gobierno más impopular que nunca. Se trata de un episodio casi tristemente banal que hizo arder las cosas. El 7 de julio, el presidente de uno de los principales partidos anticorrupción, Hristov Ivanov, acude a una playa que cree privatizada ilegalmente por un oligarca para denunciar el acaparamiento. Su evacuación, dirigida por policías de élite del régimen de Borissov, indignó ampliamente al país. El movimiento, que rápidamente fue bautizado como el “Levantamiento nocturno búlgaro”, sigue siendo heterogéneo, pues reúne a jóvenes proeuropeos y liberales, pero también a activistas socialistas tradicionales, ecologistas y, más marginalmente, a simpatizantes de la extrema derecha que se sumaron a la movilización.
En las elecciones legislativas posteriores, una coalición basada en la lucha contra la corrupción recibió un claro consentimiento popular en las urnas, permitiendo pasar la página de la era Borissov.
Múltiples violaciones de la libertad de prensa
En Bulgaria, los negocios, la política y el mundo de los medios de comunicación están, en efecto, muy vinculados. Donde la mayoría de las redacciones europeas se mantienen más o menos independientes de sus poderosos accionistas. Esta mezcla de géneros ha dado lugar a la aparición de una casta en la encrucijada de estos mundos. Ivo Prokopiev es el ejemplo más emblemático. Propietario del semanario Capital, dispone de una red de periodistas en la mayoría de las cabeceras de prensa en papel y web de Bulgaria, incluidas las cadenas de televisión privadas bTV y NovaTV, que le confieren una gran influencia en el país. y le sitúan como uno de los oligarcas con mayor influencia mediática del país. El conglomerado financiero de Ivo Prokopiev posee varias empresas afiliadas, con numerosas participaciones en el sector energético,
El sistema de Borissov es sobre todo una prensa a las órdenes. ” Su toma de poder coincidió con la desaparición de casi todos los medios de comunicación independientes”, declaróSimeon Djankov , ex ministro de Economía del país (2009 y 2013) y actual economista del Instituto Peterson, al diario Le Monde. “El derecho a la información atraviesa una profunda crisis en Bulgaria ” ,ha declarado el director de laoficina UE/Balcanes de Reporteros sin Fronteras. Hay que admitir que la represión o la violencia contra los periodistas son extremadamente raras.
Por otraparte, ” los tabloides, los sitios de noticias en línea y los canales de televisión son utilizados por los oligarcas locales para ejercer su influencia, arruinar la reputación de los opositores y manipular la opinión pública” afirma la ONG International Research and Exchanges Board( IREX). En 2017, el antiguo fiscal general del país, Nikola Filchev, denunció públicamente los intentos de soborno de Ivo Prokopiev contra él para obtener su ayuda, su negativa le valió numerosos ataques mediáticos por parte de los medios de Prokopiev. La Asociación de Periodistas Búlgaros señala también que el 92% de ellos reconoce que su trabajo es parasitado regularmente por formas de injerencia política y económica, señala Quentin Joigneaux, en un artículo publicado en el blog Taurillon.
El escándalo de las ayudas COVID a la economía
En los últimos meses, la asignación de fondos públicos a empresas privadas en un marco de apoyo a la economía ha revelado, una vez más, la poderosa intrincación entre los círculos empresariales cercanos al poder y el mundo político. Según el diario francés Liberation, siete empresas han recibido una cuarta parte de los 7.100 millones de euros en fondos destinados a las empresas durante la crisis sanitaria. Empresas dirigidas sistemáticamente por familiares del GERB, el partido de Borissov.
Si el sistema de Borissov ha podido durar tanto tiempo, se debe sobre todo a la capacidad del Primer Ministro de jugar finamente con la principal división política del país, que sigue basándose en gran medida en la separación entre prorrusos y proeuropeos. . Sus recurrentes llamamientos a Bruselas le han granjeado una amplia simpatía de las cancillerías europeas y una relativa tolerancia a la corrupción y a la libertad de prensa. Pero ha llegado el momento de la alternancia, que marca el fin de una era y el comienzo de otra, portadora de muchas esperanzas.
