La UE está preparada para una nueva era de proactividad en África. Al mismo tiempo, África se ve arrastrada por la demanda de una nueva ola de liderazgo joven y centrado en el trabajo. La UE debe aprovechar el potencial de este nuevo tipo de liderazgo si quiere revitalizar con éxito la relación.
Desde que asumió la presidencia de la UE, Francia ha convertido a África en una de sus principales prioridades para demostrar que el bloque sigue siendo un actor global importante. Al presentar los planes de Francia para la presidencia de la UE en diciembre de 2021, el presidente Macron dijo que quería “construir un New Deal económico y financiero con África” para despertar la relación “cansada” entre los dos continentes.
La Cumbre UE-África, que se celebrará los días 17 y 18 de febrero, será un punto de atención especial para establecer relaciones clave para hacer realidad esta ambición. Francia intentará rejuvenecer la relación con África en esta cumbre. Sin embargo, la decisión de conectar únicamente a la sociedad civil africana -la primera vez que no se reúne con los jefes de Estado desde 1973- marca un cambio de enfoque por parte de la UE. El gobierno francés dice que el nuevo acuerdo pretende permitir “escuchar la voz de la juventud africana” y “dejar atrás métodos y redes obsoletas”. Francia intentará desmentir la idea popular de que Francia apoya la tiranía en el continente. En Chad, por ejemplo, el presidente francés ofreció su apoyo tras el asesinato del presidente Idriss Dèby a la junta militar instalada por el hijo de Dèby, Mahmat.
Uno de los argumentos comunes que probablemente surjan de los grupos de la sociedad civil africana en la cumbre es el creciente descontento con el liderazgo “de viejo cuño” en África, y la demanda de que la UE establezca asociaciones más estrechas con los Estados Unidos.
En toda África, la gente -en particular los jóvenes- se ha cansado de la percepción de un “viejo estilo” de líder. Los candidatos que son percibidos como viejos, seniles y parte del establishment están fuera.
Los candidatos que demuestren ser jóvenes, con ganas de trabajar y audaces están de moda.
En varios países, el descontento con las figuras del establishment ha desembocado en una destitución violenta, sin que se produzca un nuevo liderazgo democrático, sino una toma de posesión militar. En octubre de 2021, los militares sudaneses tomaron el control del gobierno, obligando al primer ministro Abdalla Hamdok a dimitir posteriormente en medio de protestas masivas. En septiembre de 2021, el presidente guineano Alpha Condé -que presidió la brutal represión de las protestas en medio de denuncias de fraude electoral – fue capturado y expulsado del cargo por una junta militar.
En otros lugares, sin embargo, el descontento ha dado lugar a una transición pacífica del poder y a una auténtica “nueva ola” de liderazgo africano. En Zambia, el empresario Hakainde Hichilema sorprendió al mundo en agosto de 2021 al ser elegido para el cargo con una propuesta de transformación económica y de ruptura con la política establecida. Hichilema ha inspirado tanto a los líderes de la oposición como a los votantes, demostrando que los sistemas democráticos pueden producir un cambio real. Desde que llegó a la presidencia, Hichilema ha renovado la asociación de Zambia con la UE en los ámbitos de la democracia, los derechos humanos y la estabilidad económica, lo que supone un marcado contraste con el régimen aislado y endémicamente corrupto del anterior presidente.
Como lo ejemplifica Hichilema, los miembros de esta nueva ola ofrecen un nuevo comienzo para las relaciones entre la UE y África. Esto es exactamente lo que el bloque necesita para alcanzar los elevados objetivos esbozados por Macron. A medida que se acerca la cumbre UE-África, los líderes europeos deberían mirar en el horizonte hacia dónde podrían ofrecer oportunidades los próximos cambios de liderazgo democrático.
Nigeria, el país más poblado de África, cuyas elecciones se celebrarán a finales de 2023, será probablemente uno de los focos de atención de la UE en África. Además, varios factores indican que los analistas deberían esperar un nuevo estilo de liderazgo en el horizonte. Con el 67% de la población viviendo en la pobreza -a pesar del gran PIB del país-, el empleo ocupará un lugar destacado en la agenda de muchos votantes. Además, el Presidente Muhammadu Buhari ha recibido fuertes críticas por sus largas ausencias del país para recibir tratamiento médico, lo que sugiere que un candidato joven y saludable será un factor importante en la mente de los votantes.
Un candidato nigeriano que se alinea con la nueva ola de líderes africanos es el Dr. Bukola Saraki. El joven Saraki, al que de vez en cuando se le ve haciendo deporte con su familia, contrasta con Buhari, cuyos problemas de salud siguen siendo un secreto guardado. Además, cuando era presidente del Senado de Nigeria, Saraki demostró la motivación y la capacidad de invertir la trayectoria de la tasa de empleo del país. En 2017, por ejemplo, Saraki aprobó 11 proyectos de ley económicos para ayudar a crear 7,5 millones de puestos de trabajo. Además, la formación de Saraki como médico educado en Londres también podría darle una credibilidad adicional tras la pandemia del COVID-19.
Una futura generación de líderes pertenecientes a esta nueva ola tiene mucho que ofrecer a la UE: una perspectiva fresca, energía y enfoque para revitalizar la asociación UE-África. Mientras ejerza la presidencia de la UE, Francia debería esforzarse especialmente en establecer relaciones con los defensores de esta nueva ola, tanto en la sociedad civil como en el espacio político.