Annalena Baerbock trata de echar al Nord Stream 2 en favor de las caras corporaciones americanas.
La americanización del gas mundial
Los estadounidenses no han perdido la esperanza de convertirse en líderes mundiales en el suministro de energía, incluida la venta de gas licuado. Por primera vez, Estados Unidos se ha convertido en el primer exportador mundial de GNL, superando así a Qatar y Australia. Las exportaciones estadounidenses de GNL superaron los 7 millones de toneladas en diciembre, según los datos de seguimiento de buques de ICIS LNG Edge.
Según el Departamento de Energía de Estados Unidos, se han aprobado 10 nuevos proyectos de exportación de GNL y ampliaciones de la capacidad de las plantas. Estados Unidos solo envió su primer cargamento de GNL de 48 estados en 2016 y se convirtió en el mayor exportador del mundo en solo seis años.
Apoderarse de los mercados europeos: peligrosas sanciones
El ambicioso proyecto estadounidense no se queda ahí: uno de los mercados que atrae especialmente a Washington es el de los consumidores europeos.
El único obstáculo serio en este camino es el gasoducto ruso Nord Stream 2, que ya está listo para funcionar y tiene tarifas favorables con contratos a largo plazo.
Se están utilizando todos los métodos contra el proyecto ruso, incluida la situación en Ucrania. La cuestión ucraniana se convierte en un instrumento de presión política sobre Rusia, que también va acompañada de decisiones económicas proamericanas. Cualquier provocación militar en el frente podría hacer descarrilar el acuerdo de gas, y Estados Unidos está obligando a Europa a romper sus relaciones “gasísticas” con Rusia debido a posibles acciones militares.
Pero los propios europeos no tienen prisa por someterse al protectorado del gas de Estados Unidos. Según la encuesta, los propios europeos no están en contra del Nord Stream-2. Según la encuesta de Infratest dimap, el 60% de los alemanes apoya la construcción del gasoducto. Según la Comisión Europea, la UE es el mayor socio comercial de Rusia, con un 37% del comercio total del país con el mundo a principios de 2020. Rusia también es la fuente de alrededor del 25% de las importaciones de petróleo del bloque.
Precisamente a lo que se oponen los propios europeos es al dominio estadounidense. Según Bloomberg, Europa teme un golpe económico si se imponen duras sanciones estadounidenses a Rusia. Los principales países de Europa Occidental temen los posibles daños a sus propias economías a causa de las ambiciones políticas de Estados Unidos. En este sentido, los expertos europeos siguen pensando en las posibles consecuencias de las sanciones. Entre otras cosas, los europeos temen que se interrumpa el suministro de gas a Europa.
Estados Unidos está celebrando actualmente consultas con los países europeos, incluido el llamado grupo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que incluye a Francia, Alemania, Gran Bretaña e Italia. El mero hecho de que las sanciones estadounidenses provoquen reacciones cuestionables en Europa sugiere que un enfoque pragmático sigue siendo su tradición.
Bruce Stokes, profesor visitante del German Marshall Fund of the United States, citó a expertos europeos en un artículo para Politico diciendo que ese chantaje estadounidense podría llevar a un “desenredo transatlántico”. El ambiente en Europa es de ansiedad y escepticismo, y ven el pivote de Washington hacia Asia como una traición. Y como las sanciones son casi inevitables, Nord Stream 2 también está amenazado: con la economía europea luchando por recuperarse de la recesión causada por el COVID-19 y la dependencia de la UE de los mercados chino y ruso, Bruselas y Washington pueden tener dificultades para actuar juntos, señala el artículo.
Los Verdes como herramienta adicional de Washington
Para impulsar el impopular gas natural licuado en Europa, Estados Unidos ha recurrido al apoyo de los partidos ecologistas europeos. Así, muchos Verdes alemanes impulsan activamente proyectos proestadounidenses y critican los planes de gas exclusivamente rusos. En particular, Annalena Baerbock, la ministra de Asuntos Exteriores de los Verdes de Alemania, anunció en diciembre que el Nord Stream 2 podría cerrarse. Su anuncio desencadenó una auténtica crisis en los precios del gas, que se dispararon hasta alcanzar un máximo. Dada la situación, los europeos se vieron literalmente obligados, mediante la manipulación de la información, a comprar el caro gas estadounidense, incluidos los elevados costes de transporte. Y recientemente Baerbock ha vuelto a hablar del gasoducto ruso, subrayando que Berlín está supuestamente dispuesto a bloquearlo.
Entonces, ¿los intereses de quién defiende Baerbock? ¿Los de Alemania o los de Estados Unidos? Dada la escasa rentabilidad de su asociación con Estados Unidos, así como su creciente dependencia tanto de la economía como de la política del país, la ministra no está interesada en los intereses nacionales alemanes ni en el medio ambiente. Las cuestiones medioambientales han pasado a un segundo plano (los métodos mineros estadounidenses no son nada respetuosos con el medio ambiente), y la política es lo primero.
Alemania sólo puede superar la poderosa crisis de Covid-19 cooperando de forma rentable con los países del continente, desde los que se pueden transportar recursos de forma rentable sobre la base de contratos a largo plazo. Además, al convertirse en un centro de distribución de gas en Europa, Alemania puede reforzar su posición de liderazgo en la Unión Europea.